Así que sí, el sol ha vuelto; pero no, las nubes no se han marchado. ¿Un paraguas? Por favor.
1.4.12
SI LLUEVE, SACA EL PARAGUAS.
Que después de la tormenta llega la calma dicen. Yo es que nunca he sido muy aficionada a la calma, por lo que tengo una especie de tendencia suicida a pasear debajo de las tormentas con tacones de antelina negra de más de un palmo de alto. ¿Atrevida? Quizás; pero siempre consciente de que terminaré con el agua calándome hasta los huesos. Después me quedo con el frío penetrando en las costuras de mi cuerpo, clavándose como alfileres en un corcho viejo que se despega de la pared. Entonces adquiero la capacidad de dejar que el sol me encuentre, por el triste hecho de que mis ojos cegados no me permiten buscar. Y ahora es cuando usualmente se diría eso de que las nubes se van pero el sol no regresa. Aunque tenemos que partir de la base de que yo muy usual, no soy, así que propongo ese estado nuevo en el que el sol regresa pero las nubes no se van. Me seco, claro. Mi cuerpo consigue adaptarse de nuevo a esa sensación de calor, los músculos atrofiados reaccionan a mis impulsos, los ojos brillan recobrando la habilidad de distinguir colores y palpito de cabeza a pies. Es agradable; reconfortante. Pero ahí están las nubes, perennes en el cielo observando cada paso que doy y las miro, hasta quizás las desafíe, pero siempre está ahí el miedo de que la lluvia vuelva.
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no se cómo lo haces,pero puedo sentir cada una de las sensaciones que describes en tus textos. En serio,llegarás lejos :)
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