POR TI, POR MI, POR LO ÚNICO QUE SABEMOS HACER BIEN: SONREIR.

Siempre he tenido un temor irónico a no encontrar una persona con la que compartir mis días. Digo irónico porque curiosamente si hay algo que temo más aun es el hecho de encontrar alguien que me impida continuar con mi vida tal como siempre imaginé. Es una de las cuestiones incoherentes que aun sigo sin resolver. Esperar incansable la llegada de alguien por quien lo dejaría todo. Evitar a toda costa que me encuentre alguien que sea capaz de desviarme de mi meta. ¿Qué aporta más felicidad? ¿Una compañía externa constante o el éxito personal? Se trata de rechazar oportunidades o de aceptarlas tal como vienen. De pagar un precio que quizás no estés dispuesto a pagar. De construir una nueva agenda en la que tus planes ya no sean solo tuyos.

Siendo absolutamente sincera, hubo algo que siempre hizo que predominara el deseo de conquistar mis pasiones sobre el deseo de ser conquistada. Unos lo llamarán ambición y me admirarán por tener las ideas claras y la mente fría. Otros lo llamarán maldición y me tacharán de insensible por tener un alma de hielo; quizás incluso sentirán compasión por mi. En realidad poco me importa. A día de hoy sigo con mi búsqueda insaciable de la felicidad futura, que es algo que me aterra. Muchos años, lágrimas y esfuerzos me ha costado intentar controlar el presente. No pienso dejar mi destino en manos de la suerte. Pero ¿qué pasa con el alma? ¿y si se cansa? ¿y si el corazón se para de tanto esperar? ¿podría perdonármelo alguna vez?. No pienso vivir una vida pensando en qué hubiera pasado si hubiera elegido otro camino. Pero si algo sé es que no debes arrepentirte de aquello que alguna vez te hizo sonreír. Sonreír... Es lo único que tengo claro cada mañana al levantarme: hoy voy a sonreír.