28.1.15

Cualquier jodido miércoles como este.

Podría dormirme.
Pero no quiero.
No quiero dormir.
No quiero estar despierta.
No quiero dar vueltas.
No quiero quedarme quieta.
No quiero que suene el despertador.
Ni abrir los ojos para buscarlo.
Ni tener que apagarlo.
Ni obligarme a levantarme.
No quiero vestirme.
No quiero ir al baño.
No quiero oler a café.
Ni exprimir dos naranjas.
Ni tostar pan de seis cereales.
Ni cortar en rodajas un tomate.
No quiero ordenar el bolso.
No quiero tener que abrigarme.
No quiero buscar las llaves del coche.
Ni conducir doce kilómetros.
Ni elegir la música del trayecto.
Ni buscar aparcamiento.
No quiero ir a clase.
No quiero ir a otra clase.
No quiero comer sola
Ni acompañada.
No quiero ir a una última clase.
No quiero volver con prisa.
No quiero ir a trabajar.
Ni enseñar.
Ni educar.
Ni paciencia.
No quiero volver a casa.
No quiero ir al gimnasio.
No quiero ducharme.
Ni cenar.
Ni ver cualquier mierda en la televisión.
Ni irme a la cama.
Aunque podría dormirme.
O tal vez no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario