1.8.12

Fabricaré distancia para que así no te consumas.

Estaba allí, sentada, donde siempre quiso estar. A la derecha, la gran ciudad; a la izquierda el mar. Al frente, la frontera entre ambos lugares. ¿Y todavía se preguntaba la gente si la magia existía? la magia sobrevive de momentos como ese. Lo que más le gustaba de la soledad era saber que no estaba sola, que por mucho que el tiempo pasara hay cosas que no cambian. Entonces recordó aquel día:

- ¿Sabes? pronto estaremos lejos.
- ¿A qué te refieres con lejos?
- Pues eso, tú allí y yo allá.
- ¿Hablas de muchos kilómetros de por medio?
- No. No hacen falta kilómetros para que dos personas estén lejos.
- ¿Eso qué significa?
- Que la verdadera distancia la hacemos nosotros.
- No lo entiendo.
- Verás, tu imagínate esa calle llena de gente, todos gritando. De repente se callan. En una milésima de segundo, se ha hecho la distancia. Están, pero ya no están, porque no hay nada que los una ¿lo entiendes ahora?
- Si...
- Pero no te preocupes, nada desaparece, solo se transforma. Porque en el fondo nos necesitamos.
- ¿Cómo?
- La naturaleza fue sabia al crearnos. Mira los cuatro elementos, no pueden vivir uno sin el otro y en cambio son los únicos que pueden matarse entre ellos. A veces no se tocan, no se hablan, ni si quiera se cruzan la mirada; pero saben que su destino es encontrarse en algún lugar del mundo el día que aprendan a quererse.
- ¿Y eso qué tiene que ver con nosotros?
- Pues que aunque no pueda vivir sin ti, sé que soy la única persona que puede matarte y como no he aprendido a quererte, prefiero dejar de tocarte, hablarte y mirarte. Fabricaré distancia para que así no te consumas.

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