4.7.12

Érase muchas veces...

Ya la conocéis, os he hablado antes de aquella mujer. A veces la llamé guerrera; otras veces la llamé princesa de hielo y en otras ocasiones ha sido una puta de sentimientos. Pero al fin de cuentas, ellas eran la misma, eran una, tenían la misma historia contada de formas diferentes. Esa historia que comienza sin el "érase una vez" porque fueron tantas veces que no pueden resumirse en una sola. Esa historia que comienza a torcerse el día que deciden matarse un poco para poder seguir viviendo.

La guerrera indestructible, la princesa intocable y la puta inaccesible. Piensan, recapacitan y deducen: sentir duele, por lo tanto si no sienten no sufren. Armaduras, heladas, cierre de almas. No dejan que las quieran, no se permiten el lujo de querer. No dejan que las toquen más allá de la piel, porque la piel al menos se renueva y borra huellas. Juegan con palabras y así lo único que pueden perder son letras. No apostar para no perder y olvidar la posibilidad de ganar. De cobardes dicen unos, de valientes las describen los otros, pero siempre su actitud en boca de todos. El tiempo pasa y cura, o daña. Se dan cuenta de que aun rodeadas de personas, están solas. Que han perdido la facultad que las hacía humanas, la característica que las distinguía de los seres inanimados, la capacidad de sentir. Quisieron evitar llorar no sintiendo y han terminado por olvidar lo que es reir. Ahora ya no saben ser queridas, ya no recuerdan lo que es la tristeza, pero tampoco la alegría; no sufren de decepciones pero tampoco tienen quien las ilusione. Las tres pobres han perdido al intentar ganar. No saben cómo se regresa, cómo se recupera. Sueñan con ser lo que eran.


Han vuelto a ser lo que eran. Ahora descontrolan, derrochan, se les va de las manos, se decepcionan al dar demasiado; esperan y eso las hace desesperar. Pero ¿sabéis qué? son felices.



(Zahara - General Sherman y cómo Sam Bell volvió de la luna.)

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