Café por la noche no, que después no concilias el sueño. Café. Como si eso fuera el culpable más probable de que no consiga dormir.
Si nunca has hecho nada que te haya provocado un cargo de conciencia tan pesado como para que al cerrar los ojos sientas las pestañas como toneladas de arena, es que no has vivido lo suficiente. Hay mentiras que se dicen, errores que se cometen o quebraderos de cabeza que tienen una carga de cafeína concentrada mucho más alta que un puto café. Y se alimentan de tu capacidad de dejar la mente en blanco. Durante horas las parte interna de tus párpados se transforma en una película de cine mudo, donde las escenas se repetirán una y otra vez recordándote, hiriéndote, dañándote la paz. Algo irrefrenable. Y somos tan ilusos que abrimos los ojos, pensando que las escenas se irán, como cuando apagas el proyector del cine, olvidando que nuestro proyector no se enciende y se apaga a nuestro antojo; funciona con las pilas cargadas de mierda que introducimos en nuestra vida. Mientras haya mierda, hay película que ver.
Luego, por otro lado, nos encontramos con los recuerdos. Qué bonito tener memoria. Y una mierda. Quiero tener una memoria selectiva, quiero un ordenador en el que pueda borrar minutos vividos con pulsar solo una tecla; como cuando en este teclado pulso el ´back' y se borra una letra. Y recuerdas, y recuerdas, y vuelves a recordar. Una imagen, un momento, una situación; otra, otro, otra. Es como ponerte unos patines sin haber patinado nunca, que para joder aun más no son de tu número, y te colocan en lo alto de una cuesta. Primer recuerdo: empujón. El resto sale solo. En picado, durante un tiempo indefinido, hasta que llegas al final y frenas; por supuesto frenas con las rodillas, con las manos y si no tienes suerte, con la barbilla. Sangre, lágrimas y demás maravillas que salen del cuerpo de un ser humano en situaciones límite. Pues hay que joderse y asumir que a veces tocan noches así, noches de caída libre, noches de turismo por tu pasado; te guste o no.
Y ahora viene mi causa favorita. Cuando digo favorita no me refiero a que me haga feliz el hecho de no dormir, sino que mientras que a ratos me quita el sueño, el resto del tiempo me regala sueños. Regalar sueños; incondicionalmente, a cambio de nada. Se pasa equis horas al día regalándote futuros, ilusiones y preciosas historias que escribir en tu diario. Hasta me saca una sonrisa el hecho de saber que no sabe que lo hace. Simplemente me habla, toca, besa, mira, escucha, cuenta y me hace reír; así va construyendo las ganas, eso de quererse y los 'nosotros, allí, entonces'. Claro, ahora llega la noche y qué haces con las ganas, a quién le dices los te quieros y cómo evitas pensar en todos esos 'nosotros, allí, entonces'. Y piensas, y piensas, y piensas. Y sonríes; pero no, no duermes. Y no, tampoco importa.
Asombroso. Tu manera de plasmar los sentimientos con palabras es verdaderamente espectacular. Sigue escribiendo, porque tienes un precioso don.
ResponderEliminarEs increíble la forma en que podés identificarme. Es como si cada palabra, fuera la correcta. No cambiaría por nada el mundo estas noches de invieron, tomando algo caliente y leyendo lo que escribís. Como ya te dije en twitter (y creo que ya te cansé con lo mismo) te admiro muchisimo! No importa cuán lejos estés de donde vivo, ni que no nos conozcamos, es hermoso poder leer y deleitarme con todo tu talento! Saludos, bonita! - Sofi.
ResponderEliminar