"El aleteo de una mariposa puede crear un terremoto al otro lado del mundo"
Ese día casualmente estaba como siempre en una de mis noches de insomnio. No sé qué fue lo que me impulsó a hablarle, solo sé desde entonces lo mucho que pueden cambiar las cosas para dos desconocidos. Empiezan siendo pocas palabras tontas, pero cada una de ellas es necesaria para que encaje con la siguiente. De pocas y tontas, pasaron a ser muchas y tontas. Y lo tonto fue dejando de no importar. Cada día en el que reinó su silencio marcó un paso más allá en dos cosas: mi fortaleza y mi debilidad. Los nervios me convierten en un objeto que siente, pero sin vida; o algo así. Por fin llega el encuentro concreto, que termina sin final feliz. Aún sigo pensando que lo que no pasó, no pasó por algo. Más velocidad, más locura, más tortura, más impaciencia, más. Esquemas que se descomponen y reglas que se rompen. No podría haber sido otro que no sea el que fue. Y del eslabón número uno, llegamos al eslabón numero dos. Paz, reflejo, risa, calma dentro de lo posible y todo es por ese número dos. Un segundo basta para decidir que es hora de volver a surcar el cielo. Vuelo acompañada de todo el cajón terrorífico repleto de temores, inseguridades y miedos. Y descubro un lugar, una magia, un camino nuevo. Ojos grandes, pies pequeños. Llega la hora de un abrazo necesario y un te quiero. Me preparo y le veo, brilla ante mi, sus pasos, sus sonrisas, su particularidad. Naipes preparados, echa una partida mano a mano con la ciudad. Minutos. Pequeños pero indispensables para volver, luego contaré por qué. Adiós a todo; ahoguemos las penas en vasos. Ilusiones quedan encerradas allí de un simple y limpio portazo. Volemos, volvamos, lloremos y juguemos a odiarnos. Al menos durante un tiempo. Pero como siempre, las veinticuatro horas de cada uno de los días pasaron veloces. Charla de repente, inesperada. Lo arregla todo aunque sigue sin solucionar nada. En esta etapa tengo olvidos. de momentos, de como ha sido. Desde el eslabón número dos, aparece el tres, una nueva conexión. Pues volvamos a navegar entre nubes que ya toca, aunque esta vez no sola. Soy consciente de que si cada paso no hubiera sido dado como fue marcado, no habríamos llegado hasta donde llegamos. El lugar puso la magia, nosotros los defectos. Llámalo fugaz, llámalo perfecto. Y quería más.
Pero todos hemos seguido andando, avanzando, aprendiendo, observando, deduciendo y asimilando que hay un curso de tiempo que se nos escapa de las manos. Y cada eslabón, cada paso, cada kilómetro, cada lágrima, cada sonrisa, cada encuentro, cada ilusión, cada momento, cada decepción, cada palabra y cada silencio han formado lo que ahora soy, el cómo estoy y el dónde voy.
El aleteo de la lejana mariposa causó su efecto; por lo que no descartemos futuros terremotos en el lugar correcto.
Gracias Edward Lorenz.
Me encanta *-*
ResponderEliminarque genial.. te sigo :)
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