Crónicas de una bruja con insomnio. Sexta noche.

Érase una vez una historia de momentos inoportunos, de vaivenes relativos, de mareas de agua y aceite; una historia con final sin principio, dentro de un mundo equivocado, en un tiempo récord; una historia memorable, objeto de poesía y prosa, proclamada a las cuatro paredes; una historia de excesos, de falta de besos, de síndromes de abstinencia; una historia de contenido inmenso, con fuerza abismal, pero de valentía insuficiente; una historia de pensamientos erróneos, de luz fugaz al final de un túnel sin salida, de aprender a luchar contra uno mismo; una historia de kilometraje, de velocidad incontrolable, de tropezar varias veces con el mismo acantilado; una historia de lazos hechos de sal, de tequila por cualquier lado, avanzando sobre una cuerda a medio desgarrar; una historia de vuelta de hoja, sobre un pez que se muerde la cola, y luego muere por la boca; una historia más de alguien que quiso de más a otro alguien que nunca quiso querer.