MIS BUENOS DÍAS

Días. No son buenos aún, pero lo serán. Me despierto; no estás. Pongo el pie izquierdo en el suelo, no soy supersticiosa, pero solo por si acaso apoyo rápidamente el derecho. Luz. Y no procede de la ventana, es porque has entrado tú. La habitación se llena y me doy cuenta de que antes estaba completamente vacía. Ahí vas, vestido únicamente con tu sonrisa y una toalla, porque no te hace falta nada más. Una conversación vaga, risas y alguna que otra mirada. Admiro tu energía por las mañanas; una vez vestido yo aun sigo peleando con la pereza en la cama. Demasiado silencio. Me levanto, camino, te busco. Te encuentro y mi cuerpo cobra vida. Me acerco despacio, hay tiempo. Coloco mis manos en algún lugar de tu cuerpo y en cuestión de un segundo te quedas totalmente quieto. He preferido caricias en lugar del desayuno. Te giras, me miras. Sabes que si continuamos ambos llegaremos tarde; yo siempre tan loca, tu siempre tan responsable. Comienzas a hablar incontroladamente; temas absurdos para distraerme. He establecido la ruta de mi mirada sobre ti: ojos, boca, ojos, boca y ojos otra vez. Tu voz ha desaparecido. Sonrío. Respiras. Respiro... Ya es demasiado tarde para no llegar tarde.

Ahora sí: Buenos días.