16.2.12

EL HIELO NO ES INQUEBRANTABLE

Había oído, le habían contado, lo había visto, pero nunca lo había vivido. Que si lágrimas, que si vacíos, que si ánimos decaídos. Que si historias incompletas, cuentos de princesas y decepciones por sorpresa. Libros, películas, canciones que cuentan. Pero el hielo es letal, nunca pasa la mano. Está siempre vivo. Te congela los sentido. Ni sufres ni padeces. Ni vives ni te estremeces.
Echaba de menos lo que nunca tuvo. Se cansó de lo rápido, de lo conciso, de lo no seguro. Ya no quería un si te he visto no me acuerdo; buscaba un si te desvisto no me olvido. Prefería la consecuencia cruel del fracaso a los fáciles olvidos entre escenarios compartidos. Que el alcohol fuera cómplice de historias malcontadas y no solo el causante de caricias olvidadas. Noches que se alarguen por la buena compañía a noches cortas que desaparecen al llegar el día.
Y solo podía haber ocurrido que en la búsqueda de calmar dolores alterando las respiraciones con algún desconocido suceda que lo que se altera antes sean sonrisas y latidos, que las piernas no respondan y que el alma busque alivio. Ya no hay hielo, ya no hay nada, nada que no sean las ganas de revolverle las sábanas, nada que no sean secretos al oído cada mañana. Se acabó el frío y todo es porque ha venido.

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